martes, 15 de agosto de 2017

SENTIR POR PRIMERA VEZ LA VIDA EN EL AULA COMO "MAESTRA"

   En el curso 1983-1984 yo realizaba mi último curso universitario de la entonces Diplomatura de magisterio en la especialidad llamada de "Educación Preescolar y Ciclo Inicial".


    Esta especialidad era la primera vez que se impartía en la Escuela de Magisterio de Cáceres dependiente de la Universidad de Extremadura cuando yo la comencé en 1981 y si bien me alegro de que el nombre de Educación Preescolar pasará a llamarse: Educación Infantil, en un intento de liberar a esta etapa de ser "PRE-" y dotarla de la importancia que tiene en sí misma, siento enormemente que se dejara atrás que los dos primeros cursos de la primaria deberían ser vividos con las mismas metodologías e impartidos por los mismos especialistas... pero eso ya es algo que se perdió, no sé muy bien por qué aunque yo sigo creyendo en ello.




   Y fue durante ese curso cuando llegué a un aula siendo "profe de prácticas". Fue a un aula de primero de E.G.B. de un colegio religioso de la capital, El colegio "Santa Cecilia" y elegí ese centro guiada por mi amiga Maria Eugenia que lo conocía y ella también las haría allí.

   "Ya verás, te va a gustar Bienve y lo vamos a pasar bien." me dijo y así fue. Bienve, la tutora del curso en el que estuve me recibió con los brazos abiertos y me trató con un gran cariño los meses que allí estuve. Me hizo sentir una compañera y me mostró por primera vez la felicidad que irradian las personas que se dedican a la docencia por verdadera vocación.


   Hoy al mirar las fotos y ver esa clase con más de cuarenta niñas me pregunto: "¿No era eso una locura?" y... ciertamente no lo recuerdo como tal. eran, sin duda, otros tiempos.

   Al observarlas aún recuerdo a muchas e imagino que algunas, sin duda tendrán hijos e hijas muy por encima de esa edad que tenían entonces... ¡Qué vértigo! ¡Cómo se pasa el tiempo!  

   Yo estoy encantada de dejar aquí, en este rinconcito de mi blog el recuerdo de sus sonrisas infantiles que sin duda algo dejaron por primera vez en mi corazón para desear que ver otras iguales o parecidas cada día, se convirtiera en mi profesión y en mi tarea diaria.

   Y el recuerdo a aquella maestra, Bienve, a la que no volví a ver, porque la vida me alejó para siempre de esa ciudad extremeña... pero que nunca olvidé.

    Me regalaron un bonito pañuelo que pasados tantos años aún conservo con gran cariño.